SanJacinto

Fragmento del libro "La Escuela Nacional de Medicina Veterinaria", México, 1941

 

Escrito por el entonces Director de la Escuela Dr. Manuel H. Sarvide

 

 

Breve Historia de la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria

 

La Escuela Nacional de Medicina Veterinaria es una de las más antiguas instituciones de enseñanza profesional en México, pues su fundación, después de múltiples intentos que chocaban con todos los prejuicios sociales y las circunstancias políticas del México de la primera mitad del siglo pasado, pudo realizarse desde el año de 1853, quedando la carrera de Veterinario establecida en la Escuela llamada de Agricultura y Veterinaria.

 

(Decreto del entonces Presidente de la República, Gral. Don Antonio López de Santa Anna, 1853)

 

Esta Escuela, como todos los establecimientos educativos del país, sufrió directa o indirectamente las consecuencias de los cambios políticos y desniveles económicos de los gobiernos que se sucedieron; por esto sus frutos fueron escasos y, por otra parte, los diversos planes de estudios que estuvieron en vigor imprimieron orientaciones variadas a la profesión, aunque conservándole su unidad técnica. No fue sino hasta el año de 1877, en el que los diferentes sectores de la producción agrícola, el incipiente ejercicio de la Sanidad Pública y del desarrollo de la industria, exigieron Médicos Veterinarios suficientemente preparados para ejercer en estas diversas ramas, cuando la Escuela, así como la de Agricultura, organizó más sólidamente su enseñanza y vio aumentar el número de concurrentes a sus aulas. Este esfuerzo no había de ser definitivo, pues en 1883 se adoptó un nuevo plan de estudios en el que se incluyeron asignaturas tan importantes como la Microbiología. Corresponde, pues, a esta Escuela, el honor de haber sido la primera en aceptar y difundir las nuevas bases establecidas por Pasteur y sus discípulos en años anteriores y sobre las que descansa, en gran parte, el conocimiento actual de las enfermedades y su tratamiento. Así, los Veterinarios mexicanos de aquella época, lo mismo que los de la Escuela de Alfort, en Francia, colaboraron en el sabio y apoyaron con lealtad y entusiasmo sus descubrimientos.

 

Famosas por entonces fueron para la Escuela de Medicina Veterinaria las cátedras impartidas por el iniciador de la Fisiología experimental en México, el señor Dr. Don Ignacio Alvarado, más tarde Director de la Escuela; igualmente notable fueron los catedráticos Médicos Veterinarios e hijos de la propia Escuela, Don José de la Luz Gómez, recibido en febrero de 1862 y Don José E. Mota, que se distinguieron, el primero, como eminente bacteriólogo y el segundo, como sustituto del Dr. Alvarado.

 

Por aquel entonces, los Médicos Veterinarios mexicanos, al mismo tiempo que en Europa, descubrían la triquinosis del cerdo.

 

Las cátedras se impartían basándose en textos extranjeros correspondientes a la enseñanza de las Escuelas Europeas de Medicina Veterinaria, y principalmente la francesas.

 

Fue necesario que llegara el año de 1908 para que la Escuela, juntamente con la de Agricultura, recibiera los beneficios del interés y la comprensión del señor Don Olegario Molina, Ministro de Agricultura en la época.

 

Las necesidades de la higiene pública, la urgencia de resolver los problemas ganaderos en relación con las epizootias que asolaban los ganados del país y las revelaciones, cada vez más halagüeñas, de los concursos agropecuarios que se efectuaban anualmente en Coyoacán (después en San Jacinto, D. F.) donde se exhibían los mejores exponentes de la ganadería nacional, hicieron de la carrera de Médico Veterinario una de las más necesarias para el país y por esto, después de haber sido clausurada en 1915 la antigua Escuela de Agricultura y Veterinaria, por Decreto de Don Venustiano Carranza, el 11 de abril de 1916, se estableció la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria, desligada ya de la Escuela de Agricultura, dándole con esto mayor importancia social y clara unidad profesional.

 

(Decreto de Don Venustiano Carranza, 1916)

 

La fundación de esta nueva Escuela, que estaba a cargo de la Secretaria de Agricultura y Fomento, respondió efectivamente a la marcada insistencia con que los sectores agropecuarios del país y las dependencias encargadas de vigilar la higiene pública manifestaban al Gobierno Federal la necesidad urgente de contar con mayor número de Médicos Veterinarios que, por una parte, ejercieran la labor orientadora en el campo de las explotaciones pecuarias de la nación, y, por otra, aplicaran sus conocimientos a la resolución de los problemas de la salubridad pública.

 

(Decreto de Don Venustiano Carranza, 1918)

 

En los años de 1922 y 1923, la Escuela fue dotada por la Secretaría de Agricultura y Fomento con un local adecuado: Merced de las Huertas, D. F.

 

El funcionamiento y organización del plantel, que venían condicionándose a los decretos del 14 de enero de 1926 y 5 de enero de 1928, fueron trastornados por el cambio de local, pues la Escuela fue trasladada a la Plaza de Santa Catarina, en Coyoacán, D. F., sufriéndose la pérdida de los locales adaptados para laboratorios y enseñanza de la Anatomía y la Clínica. El alumnado disminuyó; pero, mientras tanto, se incubaba una nueva orientación una definitiva categoría profesional; la primera, se tradujo por la modificación fundamental de los planes de estudio, incluyendo enseñanza de directa aplicación de los conocimientos económico-pecuario, en consonancia con las reformas de la explotación ganadera, y la segunda, por la supresión de la prerrogativa concedida de principiar los estudios profesionales habiendo cursado solamente la Enseñanza Secundaria.

 

La Universidad Nacional, por Decreto del 22 de julio de 1929, recibió de la Secretaría de Agricultura y Fomento esta Escuela, y la Universidad la aceptó gustosa, porque sabía que para el país, la profesión de Médico Veterinario es necesaria para promover, fomentar y gobernar una de las riquezas más estables de la nación, como es la ganadería. La trascendental labor que el Médico Veterinario desarrolla en la higiene pública, es ya reconocida por todos y, por ello, la profesión ocupa en la actualidad la misma categoría cultural que las profesiones llamadas clásicamente universitarias.

 

En el año de 1934, obedeciendo a la imperiosa necesidad de crecentar los conocimientos especializados de la Medicina Veterinaria, según las realidades mexicanas y, teniendo en cuenta el ensanchamiento cada vez mayor del campo de acción de este profesionista en las actividades públicas y privadas, se reformó el plan de estudios de la carrera, incluyendo enseñanzas teórico-practicas que más definidamente vienen a fijar los tres aspectos de aplicación de la Medicina Veterinaria en los sectores que le corresponden, es decir, en la resolución de los problemas económicos que presentan las explotaciones pecuarias, en la resolución de los problemas médicos y de investigación que ofrece la nosología animal y el sector de funciones sanitarias que tiene el Médico Veterinario a su cargo, en relación con la higiene pública y la higiene Veterinaria, no sin descuidar la capacitación en las técnicas necesarias a las industrias derivadas de la explotación animal.

 

La Universidad Nacional, con todo empeño, ha tratado de resolver los problemas que afectan a esta Escuela, siendo uno de ellos el de su conveniente ubicación; y así como en enero de 1938 ha logrado que se traslade nuevamente a San Jacinto, D. F., donde está rodeada de su propio ambiente, puesto que, la proximidad de la Dirección de Ganadería, a los pabellones de las exposiciones ganaderas, al Colegio Militar y sector sub-urbano donde se hallan numeroso establos, le presta contingente de ganaderías y explotaciones pecuarias útiles para la enseñanza de los alumnos, y también, necesaria para despertar en ellos un espíritu de aplicación práctica y de orientación definida de sus conocimientos.

 

La Universidad Nacional, teniendo en cuenta que el actual Plan de Estudios de la carrera de Médico Veterinaria precisa conocimientos preparatorios orientados a una carrera que, por su índole no puede ser considerada dentro de las ramas exclusivamente biológicas, aprobó la implantación en la Escuela Nacional Preparatoria de un Bachillerato Especial que tiene todas las características de un estudio fundamental y debidamente orientado para abordar los estudios profesionales de Medicina Veterinaria.

 

Es esto, en suma, una historia paralela a la de nuestros establecimientos docentes, y si algo tiene de novedad es la lucha que, desde su fundación, ha tenido contra las adversas circunstancias económicas que han incluido decisivamente sobre su desarrollo y progreso.

 

Como se verá, gracias a los esfuerzos de la Universidad Nacional Autónoma de México, que ha prestado decidido apoyo para la mejora de la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria, si finca una nueva esperanza de ver a esta Escuela engrandarse moral y espiritualmente, no tanto por el provecho de ella misma, sino por el beneficio que significa para el país la formación de profesionistas Médicos Veterinario.

 

Dr. Manuel H. Sarvide

San Jacinto, Distrito Federal, 1941.